El pasado sábado 7 de noviembre, el Teatro Diana presentó la tercera entrega del programa de The Met Live in HD: Turandot. Originalmente no tenía mucho interés por ver la obra, debido a que ya estoy familiarizado con ella y tengo en DVD la misma producción con la participación de un joven Plácido Domingo junto a Eva Marton. No obstante, decidí comprar mi boleto movido en parte por el deseo de que Lise Lindstrom remplazará a Maria Guleghina en el último minuto, además de ver que nueva perspectiva traía este revival a la ópera de Puccini. Las producciones del Met rara vez decepcionan, pero sin duda alguna ésta fue la excepción. Aunque esta puesta en escena tiene puntos buenos a su favor, también tiene dos talones de Aquiles que no la favorecen: su primo uomo y prima donna. Odio tener que escribir sobre los aspectos negativos asi, pero para ser el Met, esperaba algo mejor que lo que se representó al público ese día.
Al llegar al Teatro Diana, sorprendió la cantidad de gente presente. Indudablemente había más personas en está ocasión en comparación de la presentación de Tosca del el pasado 10 de octubre. También fue grato ver que había mas jovenes presentes en la audiencia. Las fallas por interferencia solar fueron mínimas en esta transmisión, y el Teatro Diana finalmente arregló el problema de sonido que había señalado anteriormente. Hubo algunas quejas de parte de los asistentes sobre el dejar entrar a las personas que llegaron tarde, debido a que la luz de la puerta encandilaba y distraía demasiado a los asistentes. Fue una ocurrencia muy frecuente durante los primeros veinte minutos que no debería de suceder. El Teatro Diana marca muy claramente que una vez iniciada la función, no se abren las puertas, pero no hay concordancia entre lo escrito y lo puesto en práctica.Turandot, en conjunto, depende de la habilidad de la soprano que interpreta el al personaje que da nombre a la obra. Francamente, Maria Guleghina fue muy unidimensional, faltándole la frialdad, majestad y crueldad que caracteriza a la princesa china tanto en su voz como en su actuación. Se veía demasiado rigida y la falta de intención y emoción en su voz hizo que su personaje no pudiese conectarse con el público. En su defensa se podría mencionar que recientemente agregó el papel de Turnadot a su repertorio, pero aun asi es algo en lo que debe trabajar, considerando que su suplente, Lise Lindstrom deslumbró al público y a la crítica con su interpretación de la princesa china cuando Gulelghina tuvo que ausentarse a una presentación por enfermedad. Esta falta de conexion de Guleghina con el personaje es algo irregular en ella, considerando que es conocida por sus habilidades escenicas y fuerte compromiso con sus personajes. En cuanto a su contraparte, Marcello Giordani fue nuevamente bastante irregular en su canto. Salvo la escena en que responde a los acertijos de Turandot en la cúal su voz está en su mejor forma, durante el resto de la ópera su voz simplemente no estuvo a la altura y era a veces estridente en varios paisajes, en algunos momentos siendo gritos para poder estar a la par de la orquesta. Su Nessun dorma, aunque técnicamente correcto, no conmovió y tuvo problemas para alcanzar la nota final del aria, cortando tambien notablemente su vibrato. El trio compuesto de Ping, Pong, y Pang (lamento tener que llamarlos por el nombre de sus personajes, pero no encuentro la información referente a los nombres de los actores) también tuvo sus fallas, como durante el tercetto en Ho una casa nell'Honan - O mondo, O mondo uno de ellos estaba cantando en una nota distinta a los demás.
A pesar de las fallas, el público en el Teatro Diana pareció disfrutar la función de Turandot, varios de ellos comprando en la salida su boleto para la próxima función del 19 de diciembre: Les Contes d'Hoffmann.
Fotografias © Ken Howard/Metropolitan Opera
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