Saliendo de la casa el día de hoy, me paré frente al espejo para revisar que toda mi presentación estuviese bien. En el trabajo se no exige que nos veamos profesionales, al fin y al cabo las primeras impresiones son importantes. No es que el contenido detrás de la presentación no importe, pero verse bien genera cierta confianza en la persona y esto no solo aplica al trabajo diario, sino también a los interpretes de ópera.
Hace unos días, OperaChic escribió en W Magazine acerca de las personas más a la moda o mejor vestida en el mundo de la ópera. Bueno, solo los hombres. A primera instancia uno puede llegar que eso es frívolo o divertido, pero al leer el artículo de Rupert Christiansen (Regrettably, how performers are dressed does matter) en el Telegraph del día de ayer me hizo pensar que tiene razón. Las apariencias si tienen mucho que ver. Todavía se comenta acerca de la presentación de Escenas de Carmen y la vestimenta de los interpretes. El comentario principal ha sido: "O los visten bien a todos o mejor todos de traje y que lo hagan como concierto. Parece producción de primaria." Los comentaristas menos agresivos se limitan a dar su queja: no parecía algo profesional, sino muy improvisado.
Así que sí. A la hora de ofrecer un concierto, las apariencias si cuentan.
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