¿Qué tan sagrada es una partitura?

Eso es lo que se pregunta el pianista Byron Janis en su artículo para el Wall Street Journal, In Praise of Infidelity (En alabanza a la infidelidad). La pregunta es: ¿se debe de seguir siempre fielmente las indicaciones de la partitura? El problema de seguirla siempre fielmente es que cada vez que se oye una pieza se oiría lo mismo. No hay muestra del talento ni insight de parte del músico. Simplemente no hay una interpretación personal del artísta. De ahí la importancia de la interpretación. Cada interpretación aporta algo a la obra, una visión subjetiva de la intención del compositor.

Creer que las piezas son estáticas puede ser un error. Sobre todo cuando se conoce que los mismos compositores han variado las indicaciones de sus partituras a la hora de presentarlas al público. Uno de los comentarios al artículo sugieren que se deben de adaptar de acuerdo al público. Anne Midgette en su blog The Classical Beat habla de States of Músic. Los estados de su país puede dividirse en dos grupos con visiones distintas de la música clásica. Los estados rojos son tradicionalists, mientrás que los azules son más vanguardistas. De la misma manera, el comentador en In Praise of Infidelity considera que el artísta debe de tomar en cuenta el tipo de público ante quién hace su interpretación. En fin, es algo en lo que hay que pensar.

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